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Foto del escritorEstrella Lopez Loyola

sobre el duelo real y simbólico

Cuando hablamos de duelo, pensamos, en primer lugar, a un fallecimiento real. Pero también existen los duelos llamados simbólicos. Estos últimos pueden revestir muchos aspectos, pero están generalmente basados en un sentimiento de pérdida. He aquí una breve lista: un amor, una juventud, una belleza, una movilidad luego de un accidente parapléjico, una casa, un peluche para un niño, un animal preferido, a un mejor amigo que se fue al otro lado del mundo, etc.

Ante un drama real o simbólico, cada uno de nosotros posee sus razones, sus protecciones psíquicas personales y su propio grado de implicación en esta situación para vivir mejor el presente y el futuro.

Podemos definir 9 etapas del duelo, de las cuales algunas se viven simultáneamente. Para hacer completamente el duelo, para que la carga emocional sea lo menos pesada posible y para que esta sea compatible con una futura vida normal, habrá que pasar por diferentes etapas cuya cronología no es inalterable.

1 – La negación: La persona rechaza creer, escuchar, admitir esta noticia. “No, no puede ser, ¡no lo creo!” Es el primer pensamiento que se nos viene a la cabeza. Luego, al cabo de un cierto tiempo, estamos obligados a admitirlo.

2 – El regateo: “Por qué él y no otro, me hubiese gustado morir en su lugar”, son las frases clave. Es una especie de negociación, de transacción especial en cuyo centro está situada la muerte, real o simbólica. El regateo psicológico es un medio muy utilizado para disminuir un sufrimiento cuyo origen puede encontrarse en varios contextos reales, imaginarios o simbólicos y cuyo denominador común está representado por una situación donde la vida y la muerte se cruzan.

3 – La cólera: Es absolutamente normal. Un sentimiento interior de cólera se instala y puede ser exteriorizado más o menos ruidosamente, y esto, durante un tiempo más o menos largo.

4 – La tristeza: Es la clásica fase depresiva que viene luego de cada fallecimiento, admitido o no.

5 – La explicación: A este nivel, muchas causas pueden ser puestas en relieve con el fin de admitir esta desaparición: la velocidad; el alcohol, el tiempo, la enfermedad grave, etc.

6 – La comprensión: Sigue muy de cerca la fase anterior.

7 – La integración de las informaciones: Una vez la explicación dada y la comprensión aceptada, la integración puede efectuarse. Integrar significa interiorizar para poder pasar a la etapa siguiente. Un componente emocional interior se asocia a menudo a esta etapa.

8 – La aceptación, el perdón, la liberación: El fallecimiento es por fin admitido. Me desligo progresivamente de la carga emocional engendrada por esta desaparición. Acepto simplemente la partida de este ser querido. Le perdono el haber partido.

9 – La reinversión: . Tome mis distancias respecto a este episodio. Por fin puedo estar en el presente y continuar invirtiendo en mi vida de hoy. Es la puesta en marcha de las pulsiones naturales de vida.

Cuando llegamos a esta última etapa, la vida puede continuar incluso si todavía tenemos este drama metido en la cabeza ya que este no se borrará nunca.

El duelo bloqueado

Nuestra evolución, sobre el camino de un duelo, puede ser frenada, incluso bloqueada, a nivel de cualquier etapa. A menudo, un duelo bloqueado impide una vida sana física, psicológica o mentalmente.


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